miércoles, 13 de enero de 2010

Despierten a Haiti cuando pase el temblor.

En la escena... los techos cayendo, los vidrios quebrados, las casas edificios y hospitales hechos pedazos. Ni el mismo palacio de gobierno, hogar privilegiado pudo contener el embate de la madre tierra agonizando.
Los gritos, el llanto, la gente corriendo, el miedo absoluto en los ojos absortos de los niños Haitianos. Por todos lados presente: Sangre. Dolor. Muerte.
¿Que es ésto? ¿un mal sueño? ¿una terrible pesadilla? ojala así fuese, al menos Haití tendria el privilegio o la esperanza de despertar.
Desafortunadamente esta es la realidad que vive un Haití devastado por un terremoto de 7.3 grados en escala Richter. Un minuto, sólo un minuto bastó para partir a la antigua isla española y literalmente la fraccionó, la dividió con una profunda grieta, como profundas y agudas son las grietas en el alma, por las penas que pasa la gente de Haiti, quien para acrecentar males resulta ser la comunidad más pobre de America Latina, donde la población vive en condiciones precarias, donde el deporte y la música son los únicos alicientes, que alivian la tristeza de su gente. Donde la comida y el techo no son necesidades básicas, sino lujos.
Cómo puede una nación así, afrontar un desastre de tales dimensiones, cuando el gobierno y sociedad de esa región están en colapso. Ante éstas atenuantes lo único que Haití puede hacer es; gritar, gritar y gritar más fuerte para que las naciones amigas lo despierten de la pesadilla que apenas comienza. La pesadilla que América vive tiene ya nombre y apellido: crisis económica, pero no existe crisis material ni monetaria que que pueda superar la crisis que vive la isla de paredes destruidas y calles desoladas. Ésa isla de niños, jovenes, ancianos y adultos, hambrientos, desolados y temerosos por la incertidumbre de estar en el limbo. Sin casas, ni calles, ni iglesias, ni esquinas, ni hueco, ni cueva en donde esconderse.
¿Que en Estados Unidos cada dia hay menos trabajo? ¿Que en México amanecieron otros 60 ejecutados? ¿Que si se desplomó un helicoptero con un importante hombre de negocios abordo? ¿Acaso ésto se compara a la horripilancia de pisar cadaveres y hundirse entre los cuerpos y los escombros?. No lo creo. Nuestros hermanos Haitianos, tan distintos de México y de toda América a la que pertenece, le grita a toda voz DESPIERTA! y le ayude a levantarse.
Si los terremotos dividieron una nación, todas las naciones están obligadas a cerrar las fisuras y a unir la grieta, más que por hermandad, por humanidad, cualquier sociedad que se precie de serlo, tiene en esta ocasión la oportunidad de demostrarlo.
Ojala ese temblor no sólo mueva la tierra, ojala que remueva y sacuda la conciencía de los ricos, los poderosos, los de sangre pura. Aquellos que tienen en sus manos las riendas del mundo entero.
El desastre no es un terremoto, el desastre es humano y se llama: INDOLENCIA.
Ahora nos toca despertar a Haití, por que ya paso el temblor y despúes de caer lo único que resta es levantarse.

1 comentario:

  1. La solidaridad del mundo ha quedado demostrada. Día a día los medios -entre excesos y competencia- nos han informado desde diversas ópticas un hecho común: la furia de la naturaleza.Nosotros hemos comprobado, una vez más, la fragilidad humana.

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